26.5.08

Cuando en mi adolescencia (y bastante más acá...) me saltaba el resorte de la exasperación, la boca me estallaba en un torrente de gritos e improperios que a veces se me escapaban por las hormonas a discreción, sin blanco fijo, pero otras iban finamente dirigidos contra el objetivo, y a veces era todo al mismo tiempo. Da igual que hubiera razones que justificaran mis asaltos: cuando no se debían a los diversos tipos de locura hogareña, eran solo adolescencia pura.

A lo que vengo: la frase de mi abuelo en esos casos era: «¡Qué burra eres!», que flota en el tiempo, innegable y auténtica.

5 comentarios:

Samotracia dijo...

La descripción del sentimiento es auténtica,perfecta... y a mí no me resulta en lo absoluta desconocida.

La Solateras dijo...

Desde que yo te conozco, que va para muy largo aunque ya no eras precisamente una adolescente, has sido o yo te he visto como una tía pacífica. Y en circunstancias que no eran muy fáciles.

Besos.

Anónimo dijo...

Razones no te faltaban, pero como eres una tia, digo sobrina estupenda, lo has superado y ahora estas feliz y se nota.
Será la llamada de la sangre, pero al anónimo ese que anda por ahí,se le ve el plumero. Le mando un besito.

Anónimo dijo...

Lo que yo quiero decir es que burra, lo que se dice burra, sigo siendo, aun en tiempos de paz, y si no que le pregunten a...

Aguamarga dijo...

"Il y a vingt ans j´avais vingt ans".

Veo que has actualizado el perfil y ya son 4 los añitos de bonanza. Te estás haciendo mayor, je, je, je.
Pero donde pan se corta migas quedan. Y la adolescencia me parece a mi que nos dura más de lo que creemos.